jueves, 18 de mayo de 2017

SAN JERÓNIMO PENITENTE Y DEMÁS


SAN JERÓNIMO PENITENTE

la escultura de San Jerónimo tuvo una repercusión muy importante no sólo en Andalucía sino también en Italia. Su iconografía sirvió de modelo e inspiración constante a los artistas españoles. Realizada a tamaño natural, sorprende por su expresiva cabeza y el espléndido estudio del desnudo que revela conocimientos anatómicos. Fue elaborada en barro cocido, técnica muy usada en Italia y que enlaza con la tradición de la escultura sevillana desde el siglo XV.

San Jerónimo penitente fue hecho por encargo del Monasterio de San Jerónimo de Buenavista de Sevilla.

A san Jerónimo se le representa medio arrodillado de la pierna izquierda. Con la mano izquierda empuña una cruz hacia la que dirige su mirada. En la mano derecha porta una piedra con la que martirizarse a golpes en el pecho por sus pecados. Por último, un paño le cubre la parte inferior del cuerpo desde las caderas, dejando ver la pierna derecha.



La fuerza expresiva se concentra en el rostro, realista en su expresión ascética. San Jerónimo se encomienda al Señor y dirige la mirada hacia la cruz, símbolo del sacrificio de Jesús de Nazaret para la redención de los hombres. Torrigiano quiere hacer llegar al espectador que la penitencia es el camino correcto en la superación y ennoblecimiento del espíritu del creyente.

SEPULCRO REYES CATÓLICOS

La Capilla Real de la catedral de Granada fue fundada por los Reyes Católicos en 1504 como panteón de reyes. El deseo de los monarcas fue el de enterrarse allí. Ese mismo año murió la Reina y en 1516 el Rey. Ambos fueron enterrados en el convento de San Francisco de Granada a la espera de que se terminasen las obras. Mientras tanto, en 1514 el Conde de Tendilla encargó a Domenico Fancelli que se ocupase de labrar un sepulcro doble, con los bultos de los dos yacentes. Fancelli trabajó todo el tiempo en Génova y cuando lo tuvo listo lo llevó a España y remató los detalles en Granada, en el año 1517. En 1521 se terminaron las obras de la capilla donde finalmente pudo colocarse el monumento funerario y enterrarse los cuerpos de los monarcas en la cripta inferior


El sepulcro está colocado en el crucero de la capilla y ante el altar. El diseño es como una ampliación del empleado por Fancelli para el sepulcro de infante don Juan, hijo de los Reyes Católicos. Se trata de un cuerpo con las paredes en talud y el plano horizontal lo suficientemente amplio como para cobijar los dos yacentes. Repitió el recurso de esculpir unos grifos en las esquinas, dulcificando así esos cuatro ángulos, detalle que fue muy ensalzado. A su lado incluyó esta vez unos niños en aparente movimiento.

Las paredes están revestidas de medallones y hornacinas con veneras, todo acompañado por una rica decoración de escudos reales, coronas frutales, castillos, ángeles, yugos, etc. En los medallones centrales se ven las escenas del Bautismo y la Resurrección y a ambos lados las figuras de ocho Apóstoles (cuatro en cada lado) que están sentados y metidos en hornacinas aveneradas.

La Reina Isabel dio gran prioridad al proyecto y lo dotó de los fondos necesarios, dejando incluso escrito en su testamento cómo debía acabarse. 

Los monarcas murieron antes de que se acabara y, mientras tanto, sus cuerpos reposaron en el Convento de San Francisco de la Alhambra, hoy Parador Nacional de Turismo. 

El Emperador Carlos V respetó en todo los deseos de sus abuelos y se encargó posteriormente, en 1521, de trasladar sus cuerpos a la capilla recién terminada. 
una cola en la entrada a capilla realDe hecho, Carlos V enterró en la Capilla Real de Granada a casi todos los miembros de la familia real que murieron entonces: sus padres, Felipe el Hermoso y Juana la Loca, su propia esposa Isabel, sus hijos y la princesa María de Portugal, esposa del príncipe Felipe. Convirtiéndola así en el Panteón de la familia real. 

Sin embargo, Felipe II posteriormente se llevó a casi todos a su recién construído Escorial y sólo dejó en Granada a los Reyes Católicos, a la pareja formada por Felipe y Juana, y al Infante Miguel de Paz, nieto de los Reyes Católicos, que descansa aquí junto a sus abuelos y tíos. 

PEDRO MACHUCA

Pedro Machuca (Toledo 1490- Granada 1550) fue un hidalgo toledano, pintor y arquitecto manierista español. Sus primeros estudios fueron en Italia junto, posiblemente, al gran maestro Miguel Ángel. Otras fuentes aseguran que también tuvo contacto con Rafael.


De cualquier forma, la espléndida formación que recibió en la península itálica, le sirvió, una vez de vuelta en Toledo, para fijar un estilo claramente renacentista español: la más importante de sus obras como arquitecto, el Palacio de Carlos V de La Alhambra, se presentó como una obra renacentista puramente italiana.

Los años de su juventud en Italia, en contacto con genios como Miguel Ángel y Rafael, dejaron una indeleble huella en la manera de pintar de machuca
No fue muy prolífico en este aspecto y existen dudas sobre su autoría en algunos cuadros. Pero tenemos suficientes obras suyas como para conocer algunas de las características de su pintura como:
Monumentalidad, tomada de Miguel Ángel: tanto en los cuerpos como en las composiciones. Un buen ejemplo es su cuadro Descendimiento de Cristo. Hay que observar aquí el conocimiento de la anatomía pues Cristo aparece perfectamente musculado al estilo de las obras de Miguel Ángel.

Sfumato: es una técnica inventada por Leonardo da Vinci y que Machuca aprendió de Rafael Sanzio. Consiste en dar varias capas de pintura sobre una misma superficie para conseguir un efecto vaporoso y difuminado. Se aplica en las rostros y especialmente en personas y objetos alejados que, al oscurecerse y desenfocarse, adquieren perspectiva y profundidad.

ALEJO FERNÁNDEZ

Alejo Fernández es un genuino representante de esa generación puente de principios del siglo XVI, que apoya uno de sus estribos en Flandes y el otro en Italia.
Aunque tal vez imprecisa, la influencia flamenca más acusada que se advierte en su estilo parece ser la de Quintin Massys (1466-1530). Massys nace pocos años antes que Alejo pero a la sugestión de sus modelos se deben probablemente los rostros de los personajes de su primera obra sevillana. La obra conocida del pintor flamenco que ofrece mayores analogías con las suyas es el retablo de Santa Ana del Museo de Bruselas, pintado de 1507 a 1509, es decir, cuando se le encargaron las tablas de la catedral de Sevilla.
A su formación centroeuropea hay que añadirle la influencia italiana.


El primer capítulo de la actividad conocida de Alejo Fernández se desarrolla en Córdoba. Vivió en ella más de diez años pero sólo consta que pintase varios retablos en el monasterio de San Jerónimo, de los que nada se conserva. Existen, sin embargo, dos obras seguramente suyas, cuyo estilo permite considerarlas anteriores a su labor sevillana: el Cristo atado a la columna, del Museo de Córdoba, y el tríptico de la Cena, del Pilar de Zaragoza. Nacidas ambas al calor de una misma preocupación estética, la de crear amplios escenarios de bellas perspectivas arquitectónicas, nos descubren una etapa en la evolución artístistica del pintor que parece concluir con su traslado a Sevilla.

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