Diego Velázquez fue
el pintor barroco español más importante del grupo porque trató con igual
excelencia todos los géneros: religiosos, mitológicos, retratos, históricos,
paisajes, bodegones, etc. Además de ser, indiscutiblemente, uno de los mejores
artistas de todos los tiempos.
Pasó sus primeros
años en Sevilla, donde desarrolló un estilo naturalista de iluminación
tenebrista, por influencia de Caravaggio y sus seguidores. A los 24 años se
trasladó a Madrid, donde fue nombrado pintor del rey Felipe IV y cuatro años
después fue ascendido a pintor de cámara, el cargo más importante entre los
pintores de la corte. A esta labor dedicó el resto de su vida. Su trabajo
consistía en pintar retratos del rey y de su familia, así como otros cuadros
destinados a decorar las mansiones reales. Su presencia en la corte le permitió
estudiar la colección real de pintura que, junto con las enseñanzas de su
primer viaje a Italia, donde conoció tanto la pintura antigua como la que se
hacía en su tiempo, fueron influencias determinantes para evolucionar a un
estilo de gran luminosidad, con pinceladas rápidas y sueltas. En su madurez, a
partir de 1631, pintó de esta forma grandes obras como La rendición de Breda.
En su última década su estilo se hizo más esquemático y abocetado, alcanzando
un dominio extraordinario de la luz. Este período se inauguró con el Retrato
del papa Inocencio X, pintado en su segundo viaje a Italia, y a él pertenecen
sus dos últimas obras maestras: Las meninas y Las hilanderas.
Su catálogo consta
de unas 120 o 130 obras. El reconocimiento como pintor universal se produjo
tardíamente, hacia 1850. Alcanzó su máxima fama entre 1880 y 1920, coincidiendo
con la época de los pintores impresionistas franceses, para los que fue un referente.
Manet se sintió maravillado con su obra y le calificó como «pintor de pintores»
y «el más grande pintor que jamás ha existido». La parte fundamental de sus
cuadros que integraban la colección real se conserva en el Museo del Prado en
Madrid
Las características
más peculiares y representativas de la pintura de Velázquez son:
Empleo de la
perspectiva aérea.
Profundidad.
Pintura "alla
prima", es decir, sin realización de bocetos. Por ello, las correcciones
las hacía sobre la marcha y se nota en los numerosos
"arrepentimientos" en sus cuadros.
La obra de Diego
Velázquez es divisible en dos etapas: la sevillana y la madrileña.
Etapa Sevillana
(1599-1623)
En esta fase,
Velázquez tuvo como maestro a Pacheco. Con él aprendió a ser un gran dibujante
y a organizar las composiciones. Las primeras obras que realizó pertenecen al
tenebrismo (tendencia italiana que procede de Caravaggio). Las características
de esta corriente son:
Realismo.
Contrastes de luz.
Composición
diagonal.
Los temas que
Velázquez pintó en esta primera etapa son religiosos y también populares,
extraídos de la vida cotidiana.
Las obras más
importantes son:
Adoración de los
Reyes Magos
En esta pintura,
gran parte del escenario está oscuro y sólo ilumina la parte del mismo que
quiere destacar. Se trata, por tanto, de un cuadro de estilo tenebrista,
realista y composición diagonal.
La Vieja friendo
huevos
Recuerda a un
bodegón (con abundancia de naturaleza muerta). Sorprende su exquisito realismo,
sobre todo al representar el material en que están hechos los objetos. También
es una obra tenebrista.
El Aguador de
Sevilla
Obra de nuevo muy
tenebrista y de gran realismo, como se aprecia en las calidades de los objetos.
Etapa madrilena
(1623- 1660)
Se trata de la etapa
más amplia de la vida y obra de Velázquez que a su vez tiene distintas fases.
Inicialmente, desde
1623 a 1629 se emplea como pintor de cámara de Felipe IV y a medida que pasa el
tiempo consigue mejores trabajos. En este periodo continúa su formación como
pintor, tomando como referencia las galerías pictóricas de la Corte madrileña.
Además, en esta etapa conoce al genio flamenco Rubens.
Las obras de esta
primera etapa son:
Los Borrachos
se trata de un tema
mitológico protagonizado por el dios Bacco. En este cuadro, Velázquez abandona
casi totalmente el tenebrismo ya que distribuye la iluminación por todo el
escenario.
Bacco está sentado y
destaca por su posición, por su desnudo, por la luz, por la corona de hojas de
vid...
Se representan las
tres etapas de la borrachera gracias a las expresiones de los personajes.
Entre 1629 y 1631
pasa una larga estancia en Italia aconsejado por Rubens. Allí aprende mucho de
la obra de los grandes pintores renacentistas y barrocos italianos.
Fruto de este
periodo son sus obras:
La Fragua de Vulcano
Tema mitológico cuyo
protagonista es Vulcano, al que representa como dueño de una fragua con sus
compañeros, que están confeccionando una armadura para el Dios de la guerra:
Marte. El cuadro plasma el momento en que Apolo llega a contarle a Vulcano que
su esposa le es infiel con Marte.
Salvo Apolo que es
el personaje destacado, el resto es representado de una manera muy cotidiana
con un taller artesano de gran realismo. De nuevo, Velázquez da muestras de una
completo dominio de la anatomía humana.
En 1631 Diego
Velázquez regresa a España permaneciendo hasta 1649. Se trata de una fase
prolífica en que realiza numerosas obras.
Las Lanzas o la
Rendición de Breda
Relata una victoria
real en la guerra de los 30 años en que se elogia a la paz, puesto que los
vencedores tratan con respeto y cortesía a los vencidos.
Se trata de una
escena al aire libre con gran profundidad, donde aparece ardiendo la ciudad de
Breda.
Las hilanderas
De nuevo se trata de
un tema mitológico que representa la disputa entre Atenea y una joven tejedora
llamada Aracne.
En primer plano
aparecen las hilanderas. En segundo plano, Atenea cuando castiga a Aracne y en
tercer plano, un tapiz.
La composición es
simétrica, dotada de gran realismo y movimiento, que se aprecia en la sensación
de rotación de la rueca. También es una obra maestra en el tratamiento de la
luz.
Las Meninas
Las Meninas es la
obra cumbre de Velázquez. Se trata del retrato de la Familia Real escenificado
en el taller del propio pintor. Se autorretrata pintando a los reyes, que se
reflejan en el espejo. Representa a la Infanta Margarita con sus meninas y
bufones y el perro. Se autorretrata como pintor ennoblecido (lleva la cruz de
Santiago): como artista y no un mero artesano.
De nuevo es una
pintura de gran realismo donde funde la perspectiva aérea y la perspectiva
lineal central. Hay dos focos luminosos que son tratados con maestría (puerta
al fondo y ventana lateral). La sensación de profundidad es magistral, gracias
al tratamiento de la luz y a la pincelada suelta.
Bibliografía: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Diego_Vel%C3%A1zquez
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